Cuando el 11 de noviembre de 1630, en el «Día de los Tontos», Luis XIII dijo «tengo más obligaciones con el Estado» al rechazar peticiones de su madre en favor de la familia real, presenciamos, al decir de Carl Friedrich, el «nacimiento del Estado moderno».
Algo similar entiende Régis Debray cuando señala que el nacimiento del Estado francés puede fecharse «cuando a fines del siglo XV, bajo los Valois, las flores de lis dejan de representar a una persona o una familia para pasar a representar una entidad abstracta, Francia».
Bob Jessop equilibra aquello de «el Estado soy yo» de Luis XIV con otra frase que se le atribuye en su lecho de muerte, en la que la impersonalidad estatal se remarca: «Me marcho, pero el Estado permanecerá siempre»
Esta separación entre la persona y el Estado también se ve con claridad en Federico II, el emperador prusiano, quien se definió en el siglo XVIII como «el primer servidor del Estado».
Carl Friedrich, The Age of the Baroque: 1610-1660 (Nueva York: Harper, 1952), pp. 215-216.
Samuel Huntington, El orden político en las sociedades en cambio (Buenos Aires: Paidós, 1972), p. 94.
Régis Debray, El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder (Buenos Aires: Manantial, 1995), p. 65.
Bob Jessop, El Estado. Pasado, presente, futuro (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes/ Prometeo Libros, 2019), p. 61. 154. Ibíd, p. 62.
AGUSTIN LAJE, LA BATALLA CULTURAL REFLEXIONES CRÍTICAS PARA UNA NUEVA DERECHA
