Nuestra alma es libre: tiene la facultad de poder determinarse por su libre elección, de hacer u omitir, de elegir el bien o el mal. El libre albedrío se prueba:
3º Consecuencias funestas que resultan del error contrario.
Si el hombre no es libre, no es dueño de sus actos, y, por consiguiente, no es responsable sino de aquellos actos de los cuales uno es realmente la causa, y si la voluntad no es libre, no es causa de los actos que produce.
Si el hombre no es responsable, no hay deber, porque no se puede estar obligado a querer el bien sino cuando uno tiene libertad de elegirlo. Si el hombre no es libre, si no es responsable de sus actos, no hay ni virtud, ni vicio, como no hay ni bien ni mal para los animales. Entonces, el asesino no es más culpable que su víctima.
No hay conciencia, pues ella no tiene el derecho de imponer el bien y prohibir el mal si no existen. El remordimiento es un absurdo. No hay justicia, porque los jueces no podrían condenar a un criminal que no es responsable de sus actos. Estas consecuencias tan monstruosas, tan reprobadas por el sentido común, bastan para demostrar la falsedad del fatalismo
R. P. Hillaire, la religión demostrada LOS FUNDAMENTOS DE LA FE CATÓLICA ANTE LA RAZÓN Y LA CIENCIA
