
En el año 190 DC, San Irineo (obispo asiático que vivió en lo que hoy es Francia) hablaba de Roma con enorme deferencia: «con esta iglesia es necesario que cada iglesia – y todo fiel de cualquier parte – este en comunión, en razón de una mayor autoridad; en la cual la tradición apostólica ha estado siempre salvaguardada»
Adversos Haereses 3.3.2