Oh, cuánto puede el amor puro a Jesús cuando es libre de todo egoísmo y amor propio!
¿No deberían llamarse mercenarios y asalariados a quienes en la religión sólo buscan consuelos? ¿No es claro que quienes buscan sólo su interés y su consuelo, y no viven pensando sino en su comodidad y en su ganancia, no buscan a Cristo sino que se buscan a sí mismos?
¿Donde hallaremos gente que amme a Dios de balde, desinteresadamente, gratuidatammente? Rara vez se halla a alguno tan espiritual que esté desprendido de todo. ¿Quién podrá encontrar un verdadero pobre de espíritu, uno que se haya independizado de todo afecto indebido a las creaturas, de todo apego desordenado a lo terrenal? Tal persona vale más que un tesoro de piedras preciosas (Proverbios 31, 10)
Imitación de Cristo (Tomás de Kempis) 1418
