Son nuestros compañeros y nuestros ejemplos en la adoración a Dios, en adorar la Eucaristía. Son nuestros mejores acompañantes en nuestro camino hacia el Cielo. Serán nuestros compañeros durante toda la eternidad en el amor y en la adoración a Dios, como dice el libro del Apo- calipsis (Ap 5,11- 13). Los ángeles son una muestra muy elocuente de la Creación de Dios. Santo Tomás de Aquino dice que cada ángel es de una especie diferente. Como usted bien ha dicho, son incorpóreos, criaturas puramente intelectuales. Pertenecen al mundo invisible. La existencia de los ángeles es una llamada muy poderosa a la Iglesia para que mire hacia la eternidad, hacia el mundo invisible que nos espera. Aquí en la Tierra ya podemos anticipar una vida eterna, en el nuevo Jerusalén. Allí estaremos en una comunidad compuesta por hombres y ángeles, una familia de Dios que hizo de aquellos que pertenecen a Cristo el cuerpo místico de Cristo, como dice Santo Tomás de Aquino: «es manifiesto que los hombres y los ángeles se ordenan a un mismo fin, que es la gloria de la bienaventuranza divina. Por eso el cuerpo místico de la Iglesia está compuesto no solo por los hombres, sino también por los ángeles» (Summa theologiae III, q. 8, a. 4). Por eso deberíamos de empezar ahora a practicar y a vivir esta realidad aquí en la tierra, rezando y siendo conscientes de que debemos trabajar y luchar por Cristo unidos a nuestros hermanos y compañeros celestiales, los santos ángeles. Hace años, antes del Concilio Vaticano II, está realidad de los ángeles de la guarda estaba más viva.
Después del Concilio disminuyó la veneración de los santos ángeles; fue una especie de olvido del mundo sobrenatural y del mundo invisible de los ángeles que viven en nuestro alrededor en el ámbito eclesial. En los últimos cincuenta años, la Iglesia ha tendido hacia el naturalismo, hacia lo que es natural, hacia lo que es secular y lejos de lo que es sobrenatural. Por eso la devoción de los santos ángeles es tan importante y significa un volverse de nuevo hacia lo sobrenatural, dejando atrás esa tendencia naturalista, por el bien de la vida de la gracia y de ser conscientes de que Dios nos ha dado a cada hombre un ángel de la guarda como hermano personal. Cada bautizado tiene un único ángel de la guarda que nunca ha hecho de ángel de la guarda de nadie. Dios es tan generoso en sus regalos que escoge un ángel desde toda la eternidad para ser solo una vez el ángel de la guarda de una persona específica, incluso aunque esa persona solo viva un instante; y ese ángel ya no volverá a ser el ángel de la guarda de ninguna otra persona
Athanasius Schneider. Christus vincit!
