La ideología aparecía ya no como una ciencia de las ideas, sino como un conjunto de ideas abstractas, ilusorias en cierta medida, sin correspondencia efectiva con la realidad del hombre y su historia, que son utilizadas empero como matriz a partir de la cual forzar una nueva manera de existir apoyada en una nueva legislación establecida a esos efectos. La valoración peyorativa del término «ideología» fue luego profundizada (aunque en otros términos) por Marx y Engels en La ideología alemana y, más adelante, por Karl Mannheim. En estos casos, la ideología resulta negativa en tanto que supone una suerte de «falsa consciencia» o un encubrimiento de los verdaderos intereses del pensamiento:
El concepto «ideología» refleja uno de los descubrimientos que han surgido del conflicto político, a saber, que los grupos dominantes pueden estar tan ligados en su pensamiento a los intereses de una situación que, sencillamente, son incapaces de percibir ciertos hechos que vendrían a destruir su sentido de dominación.
Karl Mannheim, Ideología y utopía (Ciudad de México: FCE, 2012), p. 73.
¡Es la ideología, estúpido!
Javier Jurado
