Como sabemos, desde antiguo al hombre le intereso escudriñar las estrellas; veían nuestros ancestros-como ahora nosotros-el movimiento de los astros a través del firmamento y gracias a esa mirada atenta, todo parecía indicar que la Tierra estaba absolutamente quieta y que los planetas giraban en derredor suyo (geocentrismo).
Sin embargo, ya en el siglo III A.C., Aristarcos de Samos, último alumno de Pitágoras, había propuesto, a grandes rasgos,el sistema heliocéntrico, es decir, que la tierra, girando alrededor de su.eje, lo hacía a su vez alrededor del sol, dando origen al cambio de tiempos y estaciones.
No obstante el planteo del pitagórico, su concepción no lograba imponerse por falta de pruebas contundentes; las sensaciones hacían (y hacen) que uno «viese» al sol moverse (y no a la tierra). Como si fuera poco, en el siglo II de nuestra era, el gran Ptolomeo de Alejandría había establecido firmemente la teoría geocéntrica con toda su autoridad, teoría que habría de permanecer casi sin variaciones hasta el siglo XVII
Que no te la cuenten 1: La falsificación de la historia. Javier P. Olivera Ravasi
