Enumeradas las generaciones desde Abraham hasta Cristo, el evangelista las divide en tres series de catorce generaciones cada una, porque al terminar cada serie se cambió el estado político de los judíos. Desde Abraham hasta David fueron gobernados por jueces, desde David hasta el destierro de Babilonia por reyes, y desde el destierro de Babilonia hasta Cristo por los pontífices. Quiere darnos a entender con esto que así como después de cada serie se cambió el estado de los judíos, concluidas las catorce generaciones desde el destierro hasta Cristo, es necesario que por Cristo sea cambiado el estado de los hombres, como así sucedió. Después de Cristo las naciones han sido gobernadas por Cristo solo, que es Juez, Rey y Pontífice. Así como los antiguos jueces, reyes y pontífices no eran sino una figura de la dignidad de Cristo, cada una de esas dignidades empezó siempre por un personaje, figura también de Cristo. El primero de los jueces, Josué, hijo de Nave; el primero de los reyes, David; y el primer pontífice, Josué, hijo de Josedec; en los que nadie duda está prefigurado Cristo
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
