Asistir a la Misa, oh pecadores, y decir a Dios: Señor, por este augusto sacrificio, dejaos apaciguar y atraed hacia Vos mi voluntad rebelde». Dios escuchará vuestra súplica, y por amor a su Hijo inmolado sobre el altar, inundará vuestra alma de una lluvia de gracias.
«La oración de aquél que cierra sus oídos a la ley, es execrable a los ojos de Dios». A esto, Santo Tomás de Aquino nos responde: «Por más que la Santa Escritura nos advierta en varios lugares que la oración de una persona en estado de pecado mortal no es a Dios grata, Dios no rechaza, sin embargo, la que se eleva de un corazón sincero»
Explicación de la Santa Misa (R Padre Martin de Cochem) año 1630 – 1712
