Evangelio según san Mateo, 2: 1- 2 Cuando hubo nacido Jesús en Belén de Judá en tiempo de Herodes el Rey, he aquí unos Magos vinieron del Oriente a Jerusalén diciendo: «¿ Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? porque vimos su estrella en el oriente, y venimos a adorarle». (vv. 1- 2)
Consumado el milagro del parto virginal, en que el útero lleno de la divinidad dio a luz al Dios- Hombre sin perder el sello de su integridad, entre los tenebrosos escondrijos de un establo y la estrechez de un pesebre, en los que la Majestad infinita, reduciéndose en las cortas dimensiones de un tierno cuerpecito, mora suspendido del pecho materno, y todo un Dios permite ser envuelto en viles pañales, un nuevo astro aparece de repente en el cielo iluminando la tierra. Y disipada la niebla que cubría todo el mundo, convierte la noche en día para que el día no quedase oculto entre la noche. Por eso dice el evangelista: «Pues cuando hubo nacido»
San Agustín, in sermone 5 de Epiphania
Catena Aurea. Santo Tomás de Aquino
