Evangelio según san Mateo, 5: 1- 3 Y viendo Jesús a las turbas subió a un monte, y después de haberse sentado, se llegaron sus discípulos. Y abriendo su boca, los enseñaba, diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». (vv. 1- 3)
En esto de predicar sobre un monte y en la soledad, y no en la ciudad ni en el foro, nos enseñó a no hacer nada por ostentación y a separarnos del tumulto, principalmente cuando conviene dialogar de cosas importantes
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 15,1
