La inteligencia conoce objetos invisibles, incorpóreos, eternos, que el cuerpo no puede alcanzar, como lo verdadero, lo bello, lo bueno, el deber, lo justo, lo injusto… Nosotros juzgamos del bien y del mal; discernimos lo verdadero de lo falso; por el raciocinio vamos de las verdades conocidas a las desconocidas y establecemos los principios de las diversas ciencias… Ahora bien, estas operaciones no pueden depender de un órgano material, porque el objeto de las mismas es completamente inmaterial; luego, para producirlas, se requiere una substancia espiritual. Así, los actos de nuestra inteligencia prueban que nuestra alma es un espíritu; pues si así no fuera, el efecto sería superior a su causa, y el acto no sería conforme a la naturaleza del ser que lo produce
R. P. Hillaire, la religión demostrada LOS FUNDAMENTOS DE LA FE CATÓLICA ANTE LA RAZÓN Y LA CIENCIA
