Lynn White: en 1967 en la revista Science 1. «El cristianismo -dice- es la religión más antropocéntrica que el mundo ha visto. El hombre comparte en gran medida la trascendencia de Dios respecto a la naturaleza. El cristianismo, en contraste absoluto con el paganismo y las religiones orientales, no sólo estableció el dualismo
Hombre-Naturaleza sino que insistió que es la voluntad de Dios
que el hombre explote la naturaleza para sus propios fines».
En consecuencia, la tradición judeo-cristiana -y aún más, la civilización cristiana- es la culpable de la crisis ecológica
A este artículo, que lamentablemente ha sentado plaza de fuente en la literatura ecologista, le contestó René Dubos
a gran escala una preocupación por la gestión del suelo y la ética de la naturaleza […] El desarrollo –agrega- de la preocupación por la naturaleza es principalmente un logro de la civilización cristiana White se olvida, además, que el mandato contenido en Génesis
1 28 creced multiplicaos, bendecid la tierra, enseñoreaos en ella, y dominad a los peces del mar, a las aves del cielo, a todos los animales que se mueven sobre la tierra», ha sido vehículo, en diferentes épocas, de interpretaciones y concepciones extrañas a la visión bíblica
Cuando, en los siglos XVI y XVII, se constituye la ciencia moderna propiamente dicha, hay quienes exhortan a la autoafirmación del hombre mediante la adquisición y el ejercicio de un nuevo saber de dominio de la ciencia nueva, y en el siglo XVIlI se consuma el
divorcio total entre el libro de la Naturaleza y la Sagrada Escritura
Juan Claudio Sanahuja. El dēsarr0ll∅ sūstęntable. La nueva ética internacional
