En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestros días no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo
un abismal complejo de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío, razón por la que me inclino a hablar de un vacío existencial.
Hallar el sentido de la propia vida, en una era como esta, no es tarea sencilla. No simplemente porque el pluralismo moderno privatice el sentido y lo diversifique dentro del propio conjunto social, sino
porque el nihilismo posmoderno barre las referencias trascendentales a las que el sentido aún buscaba sujetarse para volverse sentido compartido: el Bien, la Verdad, la Belleza, la Historia, la Patria, el Hombre, el Trabajo. Estas categorías van siendo desalojadas de nuestro mundo.
¿Qué queda del Bien allí donde infinidad de subgrupos exhiben concepciones morales totalmente distintas dentro de una misma sociedad?
¿Qué queda de la Verdad allí donde la sobreinformación, la chatarra
mediática y la cacofonía digital generan un ruido ensordecedor en el que es casi imposible discriminar lo verdadero de lo falso?
¿Qué queda de la Belleza allí donde gran parte del arte contemporáneo apuesta por la fealdad, vendiendo desde <mierda de artista enlatada> hasta camas destendidas con botellas de alcohol y condones usados encima de ellas?
¿Qué queda de la Historia allí donde apocalipsis nucleares, climáticos y pandémicos aterrorizan las perspectivas de futuro de la sociedad, y la confanza en el progreso desaparece?
¿Qué queda de la Patria allí donde las fronteras se vuelven totalmente permeables la migración descontrolada amenaza con cambios culturales e idiosincráticos radicales y los Estados
ceden cada vez más su soberanía a las organizaciones
internacionales?
¿Qué queda del Hombre en una sociedad manejada por robots y por inteligencia artificial?
¿Qué queda del Trabajo en un contexto en el que las vocaciones ya no son estables, los trabajos no se sostienen en el tiempo, la automatización <inteligente> avanza sin cesar y la noción de <carrera> va desapareciendo?
* Me refiero, respectivamente, a la ¿obra? <mierda de artista> (literalmente, era una lata que decía contener excrementos de su autor) de Piero Manzoni, y a <My Bed> de Tracy Emin.
La primera se vendió por 275.000 euros, y la segunda por 3.77 millones de dólares. Cf. <This Dirty Bed Just Sold for $3.77 Million>,
Time, 1 julio 2014,
htt ps://ti-
me.c om/29 33839 /tra cey -em in-m y-bed-a uc-
/. .
Generación idiota: Una crítica al adolescentrismo. Laje, Agustin
