La Anunciación a María inaugura, la plenitud de los tiempos(Ga 4, 4), es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará, corporalmente la plenitud de la divinidad (Col 2, 9). La respuesta divina a su ¿cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu: El Espíritu Santo vendrá sobre ti (Lc 1, 35).