5 vias Santo Tomás de Aquino
4 vía, consideración
Santo Tomás de Aquino comete una falacia de petición de principio al suponer que la máxima verdad se identifica con el máximo ser (Dios), ya que no solo no se demuestra, sino que esa es una evidente confusión entre el plano epistémico (verdad) y el plano ontológico (ser). Luego, no se prueba la conclusión de la cuarta vía.
Respuesta: Falso. Santo Tomás de Aquino no está cayendo en ninguna falacia de petición de principio porque, al contrario de lo que dice esta objeción, sí demuestra que la verdad se identifica con el ser y, a su vez, que la máxima verdad se identifica con el máximo ser (Dios).
El detalle es que dicha demostración no la realiza en la misma vía, que se ubica en la cuestión 2 de la Suma Teológica, sino más adelante, al tratar el problema de la verdad en la cuestión 16. Pero ello obviamente no representará ninguna dificultad para la persona intelectualmente honesta que para criticar a un determinado pensador primero se adentra en su pensamiento y obra (cosa que no parece haber sucedido para el caso de la presente objeción).
Ahora bien, ¿cómo demuestra Santo Tomás de Aquino que Dios es la máxima verdad? Simple: analizando el concepto mismo de verdad. De acuerdo con él “lo verdadero está en las cosas y en el entendimiento” (11). En otras palabras, el problema de la verdad tiene tanto un aspecto ontológico como epistemológico. Analicemos estos dos aspectos.
En cuanto al aspecto ontológico (énfasis en el objeto) tenemos que “lo verdadero que hay en las cosas se identifica con el ser sustancialmente” y que, por tanto, resulta obvio que el ser se identifica con la verdad y el máximo ser con la máxima verdad. Y no solo eso. Dado que, de acuerdo con este enfoque, “el ser entra en la razón de lo verdadero” tendremos que, como dice Aristóteles, “un ser es verdadero por excelencia cuando los demás seres toman de él lo que tienen de verdad (…). En igual forma, el ser primero, que es la causa de la verdad en los seres que se derivan de él, es igualmente la verdad por excelencia. (…) De manera que tal como es la dignidad de cada cosa en el orden del ser, es su dignidad en el orden de la verdad” Resulta, pues, evidente a partir de aquí que Dios es la máxima y esencial Verdad.
Analicemos ahora el aspecto epistemológico (énfasis en el sujeto). De acuerdo con este “la verdad se encuentra en el entendimiento en cuanto que aprehende las cosas como son; y en las cosas en cuanto que son adecuables al entendimiento”, siendo que “todo esto es así en Dios en grado sumo. Pues su ser no solo se conforma a su entendimiento, sino que también es su mismo entendimiento (por causa de su simplicidad metafísica). Y su conocer es la medida y causa de cualquier otro ser y entendimiento. Y Él mismo es su ser y su conocer. Por lo tanto, en Él no solo está la verdad, sino que Él mismo es la primera y suma verdad”. No se encuentra, pues, ninguna petición de principio en la vía tomista sino más bien, como ya es costumbre, una falta de entendimiento de la misma puesto que, como explica bien Wippel, Santo Tomás de Aquino “tiene aquí en mente aquella cualidad presente en cualquier ser en virtud de la cual puede ser comprendido por el intelecto o lo que se llamaría la inteligibilidad del ser”. En otras palabras, el argumento tomista no está apelando al valor de verdad en términos de validez formal de una proposición sino en términos del contenido ontológico de aquello de lo que trata la proposición. Así, en este contexto, ya no tiene que causar extrañeza que Santo Tomás hable de cosas “más o menos verdaderas” al inicio de la vía pues si bien es cierto que en el plano lógico una cosa real es tan “verdad” como otra, en el plano ontológico no todas las cosas tienen la misma importancia. Así, por ejemplo, se puede decir en este segundo sentido que la causa es “más verdadera” que el efecto por cuanto todo lo que el efecto tiene de “verdad” lo es por cuanto fue causado.
Por tanto, “la ´ máxima verdad ´, es decir, la Verdad en sí misma es y debe ser aquello sin lo cual no habría ni ser ni verdad, la Verdad Necesaria respecto de la cual todas la otras verdades son contingentes”. Y evidentemente esta Verdad se trata de Dios. Queda, pues, en pie la cuarta vía.
¿DIOS EXISTE?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer. Dante A. Urbina
