Oh sublimidad incomprensible! i Oh extensión inefable! ;Oh grandeza sin medida! iOh abismo impenetrable! Todos los momentos del día, en todos los confines de !a tierra, en lo más alto de los cielos y en lo más profundo de los abismos, todo nos predica,
nos todo nos habla admirablemente de Maria. Los nueve coros de los ángeles, los hombres de todo sexo, edad, condición y religión, los buenos y los mnalos, hasta
los mismos diablos se ven, por la fuerza de la verdad obligados a !lamaria, de grado o por fuerza,
Bienaventurada
En los cielos todos los ángeles la proclaman incesantemente, ha dicho S. Buenaventura: Sancta, Sancta, Sancta Maria, Dei Genitrix et Virgo; y todos los días la ofrecen millones y millones de veces la Salutación María, ante Ella, la suplican angélica: El que Ave mismo los honre etc., por Y favor postrados con de sus Órden alguna
De San Miguel, dice S. Agustín, con ser el príncipe de aquella corte celestial, es el más celoso en rendirla y procurar que los demás la rindan loda clase de honores, y estén siempre dispuestos a obedecer sus mandatos y acudir, a su palabra, a prestar aus servicios a alguno de sus servidores
Hagan lo que el les diga…
Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen libro de Luis María Grignion de Montfort
