La profecía de Isaías sobre el siervo sufriente del Señor Otro texto que nos muestra muy claramente que Jesús es el Mesías es Isaías 53
“¿ Quién va a creer lo que hemos oído? ¿A quién ha revelado el Señor su poder? El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca. No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, herido de Dios y abatido. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas fuimos sanados. Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió humildemente y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustamente y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo cortaron de la tierra de los vivientes, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte porque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado tendrá larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán éxito los planes del Señor. Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a la muerte y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores” (Isaías 53: 1- 12).
Pues bien, todo esto se cumple claramente en la pasión y muerte de Jesús. Como se ve en el texto, estaba profetizado que el Mesías, el siervo del Señor, sería despreciado por el pueblo de Israel. ¿Y qué otra persona que se proclamare el Mesías ha sido tan despreciada y desechada por el pueblo de Israel como lo fue Jesús? El que la gran mayoría de judíos no hayan creído que Jesús era el Mesías ¡es más bien una prueba a favor de que él sí es el Mesías! Un Mesías esplendoroso y que hubiera conquistado militarmente a todo Roma siendo aceptado por todos los judíos, no puede ser el verdadero Mesías de acuerdo con este texto.
Es en el pobre carpintero de Nazareth que se ha cumplido esta profecía, no en ningún caudillo militar. Habiendo ya dado los argumentos históricos a favor de la fiabilidad del Cristianismo mostrando citas de estudiosos no- cristianos e incluso abiertamente anticristianos para varios puntos relevantes, nos encontramos con que en Jesús se cumplen todos los detalles de la profecía. Los métodos de castigo y tortura romanos eran absolutamente terribles y luego de haber pasado por todo ello sin oponer resistencia a sus agresores (“ se sometió humildemente y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero”), es obvio que Jesús estaría en un estado tan lamentable que “no tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente”. Y aun en medio de todo eso su pueblo lo insultaba y rechazaba (“ los hombres lo despreciaban y lo rechazaban (…) como a alguien que no merece ser visto lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta”). Pero Él moría por amor, para salvarnos de nuestros pecados, como fue claramente creído por los primeros cristianos (“ fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas fuimos sanados”). Y luego, a pesar de haberse dispuesto su sepultura “con los impíos” (los dos ladrones), José de Arimatea, hombre rico, pidió su cadáver a Pilato para darle una sepultura digna (“ mas con los ricos fue en su muerte porque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca”). Y a los tres días resucitó (“ después de tanta aflicción vio la luz”) y se apareció a sus apóstoles (“ llegará a ver a sus descendientes”).
Por tanto, la forma como se cumple en Jesucristo la profecía de Isaías 53 constituye también un muy buen argumento para probar que Él es el Mesías. De hecho, la profecía es tan clara que los judíos se han visto obligados a instrumentar otra interpretación diciendo que se refiere al pueblo de Israel y no al Mesías prometido. Pero eso es ilógico por el contexto pues resulta evidente que se está hablando de un individuo. Y este individuo no puede ser una representación metafórica del pueblo de Israel porque en el mismo texto dice: “Lo cortaron de la tierra de los vivientes, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo” (Isaías 53: 8). O sea, es alguien distinto al pueblo de Israel considerado como un todo. Además, es interesante señalar que esta interpretación forzada de que en la profecía se habla del pueblo de Israel es posterior al surgimiento del Cristianismo (no es difícil adivinar el porqué).
Al menos así nos lo dice el Dr. Michael Brown, uno de los mayores expertos sobre Judaísmo en el mundo, cuando escribe: “La más temprana referencia a esta interpretación se encuentra en una fuente cristiana del segundo siglo que registra una discusión entre un gentil seguidor de Jesús y algunos maestros judíos quienes no creían en Él. Pero, aparte de una referencia ocasional en Midrash Rabbah (donde parte de un verso se interpreta en referencia a los justos), una específica identificación de Isaías 53 con Israel no se encuentra en ninguna literatura rabínica hasta casi mil años después de Jesús (en otras palabras, no es encontrada ni el Talmud ni los Targums ni el Midrashim). Por tanto, la visión de que Isaías 53 habla de Israel difícilmente puede considerarse una interpretación rabínica estándar (o antigua), y para un judío tradicional eso es lo que realmente importa” (15).
Es más, podemos mostrar fuentes judías que interpretan el pasaje como refiriéndose en concreto al Mesías en lugar de al pueblo de Israel en conjunto (que es lo que suelen decir los judíos actuales). Por ejemplo, leemos en el Talmud Babilónico:
“¿ Cuál es su nombre (del Mesías)? (…) Los rabinos dijeron: Su nombre es ´ el erudito leproso ´, como está escrito: ´ Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido ´ (Isaías 53: 4)”.
Asimismo, leemos en el Zohar: “El Mesías, por su parte, entra en un palacio del Jardín del Edén, llamado Palacio de los Afligidos. Allí se lamenta por las enfermedades, dolores y sufrimientos de Israel, y pide que se abatan sobre él, cosa que hacen. Y si no fuera porque él de esta manera alivia la carga de Israel, tomándola él mismo, nadie podría resistir los sufrimientos que afectan a Israel como expiación por su descuido de la Torá. Así, la Escritura dice: ´ Ciertamente él llevó nuestras enfermedades ´ (Isaías 53: 4)” . Esto lo cumple perfectamente Jesús
Michael Brown, Answering Jewish Objections to Jesus, Baker Books, Grand Rapids, 2003 vol, obj 4.8.
Sanedrin, 98b
Zohar, Lib. 1I, 212a
