Debemos hacer hincapié en que la exigencia de promover y garantizar el respeto y la tutela de la vida humana y de su dignidad, en todas sus etapas existenciales, no es una opción cientifica O filosófica de carácter religioso, es decit, basada solamente en la moral cristiana. No se trata -como algunos intelectuales laicistas sostienen y los polticos del sistema argumentan- de unos principios católicos contrapuestos a unos principios laicos.
Se trata de una exigencia de carácter universal y al mismo tiempo científica, ética y jurídica, porque está basada en la realidad ontológica universal de la naturaleza humana – que es igual para todos- y en sus derechos inalienables, que ponen justos Kimites y, al mismo tiempo abren amplias perspectivas al laudable desarrollo de la ciencia
Inaugurando el nuevo milenio Juan Pablo II decía: Para la eficacia del testimonio cristiano, especialmente en estos campos delicados y controvertidos, es importante hacer un gran esfuerzo para explicar adecuadamente los motivos de las posiciones de la Iglesia, subrayando sobre todo que no se trata de imponer a los no creyentes una perspectiva de fe, sino de interpretar y defender los valores radicados en la naturaleza misma del ser bumano»
Juan Claudio Sanahuja. El dēsarr0ll∅ sūstęntable. La nueva ética internacional
