
“Una vez más no arrodillamos ante el pesebre junto a los tres Reyes Magos. Los latidos del Niño divino han dirigido la estrella que nos condujo hasta aquí. Su luz, reflejo de la luz eterna, se refracta en múltiples aureolas alrededor de los santos que la Santa Iglesia nos presenta como corte del Rey de los Reyes que acaba de nacer. Ellos nos dejan entrever algo del misterio de nuestra vocación. María y José no pueden ser separados de ninguna manera de su Hijo divino en la liturgia de la Navidad. Ellos tienen en este tiempo una fiesta propia, pues todas las fiestas del Señor son fiestas de la Sagrada Familia. Ellos “no se acercan” al pesebre, pues han estado siempre allí; y quien se acerca al Niño se acerca también a ellos, que están sumergidos en su luz celestial.
Santa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).