La sucesión apostólica ha permanecido sin solución de continuidad. En el año 190 DC San Ireneo escribe acerca de los primeros papas como si se tratara de una época muy primitiva, cuando él también pertenece a la primitiva cristiandad. Y al ofrecer la cadena de la sucesión apostólica, desde el inicio hasta sus días, se esmera en incluir todos y cada uno de los nombres de los papas.
Adversus Haereses 3.3.2
