Para abordar el tema del pecado es necesario remontarnos a su origen, es decir, a la caída de nuestros primeros padres -Adán y Eva, y devolvernos un poco más hacia atrás para conocer también la caída de los ángeles, pues según el Catecismo, detrás de este primer pecado del hombre «se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gén 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sab 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9).» (Catecismo, 391)
