La que aprendimos desde niños, por supuesto. Pero también, ¿sabe cuál es la oración que más les gusta a los santos ángeles? ¿Cuál? El Sanctus de la Santa Misa: “Sanctus, Sanctus, Sanctus…”. Esta oración se la escuchó Isaías a un Serafín. Es la oración de los ángeles por excelencia. A menudo cuando estoy viajando, en mi alma rezo el Sanctus. Cuando entro en la iglesia hago una genuflexión y lo primero que rezo es el Sanctus con mi ángel de la guarda y con los ángeles que rodean el tabernáculo; están ahí. Recomiendo el rezo del Sanctus. La devoción a los santos ángeles no debe limitarse a invocarles en los peligros. Debemos ser conscientes de que somos la gran familia de Dios: somos los hijos de la Iglesia y los santos ángeles también son miembros de la Iglesia, de la Iglesia triunfante. Cristo unió a los hombres y a los ángeles, unió el Cielo y la tierra a través de su cruz, a través de su sangre como escribe san Pablo (cf. Col 1,20). Por eso de algún modo hay que tener presente en nuestra alma que los santos ángeles son miembros de la Iglesia, que son nuestros hermanos y que son nuestra ayuda. Están en nuestro camino, son nuestros verdaderos hermanos mayores. Fueron creados antes que nosotros y antes que nosotros pasaron la gran prueba y se mantuvieron fieles en la fe a Cristo. Después de la prueba, los ángeles recibieron un sello indeleble en su espíritu, que les hizo desear profundamente ser servidores como Cristo. Por eso quieren servirnos en la Iglesia, especialmente nuestros ángeles de la guarda. La tradición católica siempre ha dicho que Dios confío la creación entera y cada detalle de la creación a la protección y al cuidado de los santos ángeles
Athanasius Schneider. Christus vincit!
