
“Meditad bien vuestra respuesta y elegid con toda libertad:
Si confesáis los milagros de Jesucristo y de los apóstoles, al hacerlo así confesáis que la religión cristiana es obra de Dios, pues solo Dios puede obrar milagros verdaderos, y no puede hacerlos sino a favor de una religión verdadera y divina.
Si negáis estos milagros, atestiguáis mejor aún la divinidad de la religión cristiana. Porque si una religión, enemiga de todas las pasiones, incomprensible en sus dogmas, severa en su moral, se ha establecido sin el auxilio de los milagros, este mismo hecho es el mayor y más inaudito de los milagros.
Dadle todas las vueltas que queráis: este dilema es un círculo de hierro del que no podéis salir”
San Agustín