La excelencia de la Santa Misa se reconoce también en la consagración que reciben los servidores del altar, y sin la cual no pueden ejercer el menor acto de su ministerio. El hombre destinado al sacerdocio, tiene que pasar por siete categorías antes de ser juzgado digno de ofrecer el Cordero sin mancha. Los que han recibido las cuatro órdenes primeras, son destinados a más bien a servir a los sacerdotes en el altar; pero ninguno se atrevería a tocar un cáliz, una patena, un corporal o un purificador; porque para estar autorizado a hacerlo, es preciso haber recibido la quinta orden, el subdiaconado, a menos de una dispensa particular, o en el caso de absoluta necesidad. En la ley de Moisés, únicamente los Levitas podían tocar y limpiar los vasos sagrados. De la misma manera, solamente los sacerdotes, diáconos y subdiáconos, tienen derecho a tocar y limpiar los objetos que sirven inmediatamente para la celebración de la Santa Misa. Es conveniente, en efecto, que las cosas que se destinan a la realización del sublime misterio y que van a tener contacto con el Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor, sean enteramente puras
Ordenación Sacerdotal Cardenal Burke, FSSP México
