La Nueva Jerusalén baja desde los cielos; y Dios y sus ángeles nos elevan hacia la vida divina. Cuando vamos a Misa, nos reunimos en la asamblea o Iglesia del sacerdote-rey, que es un rey eterno como David y un sacerdote eterno como Melquisedec. El rey de Salem, el rey de la paz, reina donde se ofrece a Dios pan y vino en acción de gracias, en la todah, en la eucharistia. El Hijo de David se hace realmente presente entre nosotros y también nosotros nos hacemos realmente presentes en su reino.
!El Monte Sión baja desde los cielos! Jerusalén desciende por la gracia al lugar en el que asistimos a Misa, aunque se trate de la capilla más humilde, incluso si es a cielo abierto y en una tierra extraña. En Misa nos encontramos siempre en casa y sobre el Monte Sión. El Reino de los cielos se instala donde quiera que acudimos a Misa. Allí nos atiende los ministros apostólicos o vice-regentes de Cristo, ordenados según la tradición apostólica
La fe es razonable (Scott Hahn)
