Los que atribuyen a Dios todo lo bueno que han recibido no buscan alabanzas de las demás personas (¿qué tienes tú que no hayas recibido? Y si lo has recibido ¿porqué te vas a enorgullecer por ello?, decía San Pablo). Lo que desean es que Dios sea siempre alabado, obedecido y glorificado. Y ésta es siempre su única intención
Dios dispersa a los orgullosos de corazón y engrandece a los humildes (Lucas 1, 47)
Imitación de Cristo (Tomás de Kempis) 1418
