Esta circunstancia, tan nueva en la historia, de la entera educación política de un gran pueblo debida por completo a los hombres de letras, fue quizá lo más decisivo a la hora de dar a la Revolución Francesa su genio propio, y a hacer surgir de ella lo que vemos. Los escritores no sólo proporcionaron sus ideas al pueblo que la hizo, sino también su temperamento y su carácter.
Hermet, Totalitarismos (México D. F.: FCE, 1991), pp. 97-102. 254.
