“Acuérdate, Señor, de tu Congregación” que tenías en la mente, pensando en ella desde la eternidad, que tenías en la mano, cuando con tu palabra creaste el universo; que llevabas en el corazón, cuando tu Hijo, al morir en la cruz, la consagró con su sangre y la confió al cuidado de su Madre Santísima
Súplica ardiente para pedir misioneros (S. Luis M. G. de Montfort)
