Postular la resurrección de Cristo como explicación de los tres hechos mencionados implica una clara contradicción porque la mejor explicación debe ser la más probable y un milagro es, por definición, el suceso más improbable. Luego, no se prueba la conclusión de la tercera vía. Respuesta: Esta objeción es planteada por Bart Ehrman, uno de los críticos del Nuevo Testamento más famosos de la actualidad. De acuerdo con él postular la resurrección de Cristo como explicación resulta improcedente porque, “como los historiadores solo pueden establecer lo que probablemente sucedió en el pasado, ellos no pueden mostrar que los milagros suceden ya que esto envuelve una contradicción: que el evento más improbable es el más probable”.
Sin embargo, este argumento no es nuevo. Ya había sido propuesto por el filósofo escocés David Hume en su ensayo Sobre los Milagros. Pues bien, ¿es procedente la objeción de Ehrman de que la inferencia de la resurrección es improcedente? Para nada. Más aún: se trata de una objeción demostrablemente falaz. En efecto: es claro que Ehrman disocia la consideración de la probabilidad de la resurrección de la consideración del contexto específico en que esta se postula. Pero ello es ilegítimo. La investigación contemporánea ha demostrado que para analizar coherentemente la probabilidad de algún evento o hipótesis debemos tomar en cuenta:
i) nuestro conocimiento de fondo sobre el mundo,
ii) la evidencia específica en torno al evento, y
iii) las interacciones probabilísticas de lo anterior.
Así, sea R la hipótesis de la resurrección, B nuestro conocimiento de fondo sobre el mundo, E el conjunto de evidencia específica en torno al tema (tumba vacía, testimonio de las apariciones, etc.) y Pr( X/ Y) la probabilidad de un evento X dado Y, tendremos que, considerando la estadística bayesiana, la probabilidad total de la resurrección de Cristo vendrá dada por: P( R/ B + E) = [P( R/ B) x P( E/ B& R)] / [P( R/ B) x P( E/ B& R) + P( noR/ B) x P( E/ B& noR)] Esta es la expresión compleja que debe usarse para considerar correctamente la hipótesis de la resurrección.
¿Cuál es el error de Ehrman, entonces? Tomar únicamente en cuenta la probabilidad intrínseca de la resurrección Pr( R/ B) sin tomar en cuenta todos los demás factores, es decir, los relativos a la evidencia específica (todos los términos de la expresión que contienen la letra E) y la consideración de que no se haya dado la resurrección (los términos que incorporan el no R). Así, incluso si la probabilidad intrínseca de la resurrección fuera muy baja (que es lo que propone Ehrman), la probabilidad total de la misma puede ser alta en cuanto: i) la hipótesis de la resurrección interactúe bien con la evidencia específica (la tumba vacía, el testimonio de las apariciones, la creencia de los discípulos originales, etc.) y ii) las explicaciones naturalistas (teoría del desmayo, teoría de la conspiración, teoría de la alucinación, etc.) sean altamente implausibles. ¡Pero eso es justo lo que hemos demostrado en el argumento y en la solución a las objeciones anteriores! De hecho, el profesor Richard Swinburne, de la Universidad de Oxford, ha calculado detalladamente la probabilidad de que “Dios se haya encarnado en Jesucristo que resucitó de entre los muertos” y ha llegado a un resultado del ¡97%!
Uno puede tomar esto solo como un dato referencial pero el hecho es que, cuando consideramos toda la información disponible en su contexto, resulta que la hipótesis de la resurrección es bastante plausible. Luego, la crítica de Ehrman fracasa irremediablemente. Pero ¿debemos necesariamente considerar, como hace Ehrman, que la probabilidad de la resurrección es intrínsecamente baja? Nos parece que no.
Y es que nuestro argumento sobre la resurrección de Cristo no es para nada un argumento aislado sino que se constituye como parte de un caso acumulativo a favor del teísmo cristiano. En el libro anterior hemos demostrado rigurosamente la existencia de Dios por medio de múltiples argumentos y en los capítulos precedentes hemos probado que los documentos del Nuevo Testamento son históricamente fiables y que la tesis de divinidad de Cristo es perfectamente plausible. Por tanto, no hay mayor motivo para pensar que la probabilidad de la resurrección es intrínsecamente baja. Se trata meramente de un prejuicio naturalista de Ehrman.
Entonces, una vez que uno se libra de su prejuicio contra los milagros y se abre a la posibilidad de lo sobrenatural, puede darse fácilmente cuenta de que la resurrección de Cristo se constituye como la mejor explicación de los tres hechos establecidos mencionados y que, por tanto, puede ser perfectamente aceptada por cualquier persona racional
Barth Ehrman, The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings, Oxford University Press, New York, 2004, p. 229
William Lane Craig, » Existe evidencia histórica de la resurrección de Jesús?», debate contra Bart Ehrman, realizado en el Colegio de la Santa Cruz (Massachusetts), 28 de marzo del 2006 primera refutación.
Richard Swinburne, The Resurrection Of God Incarnate, Oxford University Press, New
York, 2003, p. 214
Dante A. Urbina, Dios existe?: El libro que todo creyente deberá y todo ateo temerá leer, Ed
CreateSpace, Charleston, 2016
Jeffery Jay Lowder, «Historical evidence and the empty tomb story: A reply to William
Lane Craig», Journal of Higher Criticism, vol. & ne 2, 2001, pp. 251-293
