No hay que fijarse sin más de las palabras que se oyen ni de los consejos que se reciben. Todo debe pensarse ante Dios con prudencia y con calma. Lastima que tan frecuentemente pensemos y hablemos del prójimo más bien lo malo que lo bueno. Es señal de nuestra gran fragilidad
Pero las personas que tienen madurez espiritual no creen sin más todo lo que les cuentan, porque conocen que la naturaleza humana es muy inclinada a pensar y hablar mal de los demás, y muy pecadora en sus palabras
Imitación de Cristo (Tomás de Kempis)
