La creencia de los discípulos originales:
Los primeros discípulos sincera y repentinamente creyeron que Jesús había resucitado de entre los muertos. Este es un hecho innegable. Tan central y constitutiva era la creencia en la resurrección para los primeros cristianos que San Pablo llega a decir: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe” (1 Corintios 15: 17). Y no solamente eso. Se encuentra evidencia histórica muy clara de lo importante de esta creencia en el hecho de que, desde los inicios de la Iglesia cristiana, los discípulos se reunían ya no el sábado, día de reposo para los judíos, sino el domingo, “primer día de la semana” y “día de la resurrección del Señor” (cfr. Hechos 20: 7, 1 Corintios 16: 2).
Ahora bien, lo más curioso es que los discípulos llegaron a esta creencia teniendo toda la disposición en contrario. Se sentían terriblemente defraudados con respecto a sus expectativas mesiánicas sobre Jesús. Ellos, como judíos del primer siglo, veían al Mesías como “el libertador prometido de la casa de David, que les liberaría del yugo del aborrecido usurpador extranjero, que pondría fin al mundo de impiedad, y que establecería su propio reinado de paz y justicia” .
¿Y con qué se encontraron? Con un Cristo sufriente que fracasa en su “misión política” muriendo injustamente a manos de aquel poder opresor que debía derrocar. Quedaron defraudados, pensaban que Jesús había fracasado, y en esas condiciones es muy improbable que tuvieran la disposición para creer que había resucitado. De hecho, los Evangelios no tienen ningún embarazo en decirnos esto.
Basta con ver el relato de los discípulos de Emaús: “Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que había ocurrido. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero, aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era. Él les preguntó: ‘¿ De qué van hablando ustedes por el camino?’ Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás le respondió: ‘¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?’. Él dijo: ‘¿ Qué ha pasado?’. Ellos le dijeron: ‘Lo de Jesús de Nazareth, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo los sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros teníamos la esperanza de que Él sería el que iba a liberar a Israel; pero hace ya tres días que pasó todo eso’” (Lucas 24: 13- 21).
Sin embargo, pese a toda esta disposición en contrario, los discípulos originales terminaron creyendo en la resurrección de Jesús. Así que aquí definitivamente tenemos un hecho: los primeros cristianos creyeron en la resurrección. Hasta el propio crítico escéptico Bart Ehrman lo afirma de modo inequívoco: “Los historiadores, por supuesto, no tienen ninguna dificultad en hablar sobre la creencia en la resurrección de Jesús, dado que esto es materia de conocimiento público. Por esto es un hecho histórico que algunos de los seguidores de Jesús llegaron a creer que Él había sido resucitado de entre los muertos luego de su ejecución”
E. P. Sanders, La Figura Histórica de Jesús, Ed. Verbo Divino, Navarra, 2000, p. 303
Gerd Lüdemann, What Really Happened to Jesus?, Westminster John Knox Press, Ken-
tucky, 1995, p.
Bart Ehrman, Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millennium, Oxford University Press,
Oxford, 1999, p. 230
The Jewish Encyclopedia, Ed. Funk and Wagnalls, New York, 1906, vol. 8, p. 508
Bart Ehrman, Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millennium, Oxford University Press,
Oxford, 1999,p.231
