La resurrección fue un mito



En realidad no todos los hechos en que se sustenta el argumento están razonablemente establecidos. Por ejemplo, se puede dudar de la tumba vacía por cuanto Pablo, que escribió varias de sus cartas antes de los Evangelios, no menciona mayores datos al respecto, de modo que la resurrección corporal podría ser una tradición tardía inventada por los cristianos. A su vez, debilita el pretendido sustento de la tumba vacía el que, a decir verdad, sí era posible apelar al testimonio de mujeres en el mundo antiguo, como muestra el hecho de que el propio Josefo haya citado mujeres como testigos de lo que había sucedido en Masada; y, además, que no hay por qué tomar como histórico el relato que hace Mateo respecto de que los judíos hicieron circular la historia de que el cuerpo había sido robado
por los discípulos pues ello más parece un agregado teológico justificativo posterior y es poco razonable pensar que los judíos tomaran tanta atención desde el principio a una “pequeña secta” como eran en ese entonces los cristianos. Luego, no se prueba la conclusión de la tercera vía.

Respuesta: Básicamente esos son algunos de los principales puntos (al menos los relevantes a nuestro caso) que presenta el pensador naturalista Jeffery Jay Lowder en su crítica a los argumentos de William Lane Craig para defender la historicidad de la tumba vacía. El método que aplica Lowder es el acostumbrado de sus críticas a las posturas teístas: especular desmesuradamente sobre todas las “otras posibilidades posibles” y luego racionalizar sus dudas de modo ordenado y persuasivo. No obstante, para realizar propiamente refutaciones no basta con plantear dudas, por más inteligente que sea el modo en que se haga, sino como mínimo mostrar que lo implicado en las dudas planteadas es claramente más plausible y probable que la hipótesis que se está cuestionando. Dudar lo podemos hacer todos (sea de modo muy básico o muy inteligente, como lo hace Lowder), pero el refutar en sí requiere algo más que eso. Pasemos, entonces, a examinar las críticas de Lowder para ver si están lo suficientemente justificadas como para desestimar el sustento de nuestro argumento.

Comencemos por la cuestión del “silencio de Pablo” en sus cartas en cuanto a datos específicos sobre la tumba vacía. Aquí Lowder quiere inducirnos a un argumento desde el silencio el cual consiste en asumir que, dado que no se habló directamente de un determinado evento, es más plausible pensar que este evento no sucedió. Ahora bien, aquí hay que decir primeramente que los argumentos desde el silencio solo resultan suficientes si es que se prueba que es altamente probable que se hubiere hablado específicamente del evento en caso de que hubiera sucedido. ¿Hallamos esto en el caso de Pablo? No, porque es del todo obvio para cualquiera que las lea que la intención, sentido y contexto de las cartas de Pablo no es el argumentar sobre historicidad sino tratar con problemas teológicos y pastorales de las distintas comunidades. Como bien anota el Dr. Alejandro Wiese: “No le puedes pedir mayores datos a las cartas de San Pablo porque son de género epistolar, no son de género narrativo evangélico, son cartas, y las cartas tienen que ser breves”.

Es más: hasta puede concebirse al pretendido “silencio de Pablo” en cuanto detalles específicos sobre la tumba vacía, como un argumento a favor de su historicidad. ¿Qué? Sí, en efecto: si la tumba vacía es un hecho histórico ya conocido comúnmente por los primeros cristianos, no es necesario repetirlo en cartas tempranas precisamente porque se parte del supuesto de que los potenciales lectores ya lo conocen y se constituye como un “lugar común”. No obstante, se podría replicar, como hace la objeción, que bien podría ser que Pablo solo creyera en una “resurrección espiritual” y la creencia en una “resurrección corporal” sea una invención cristiana tardía de finales del siglo I. Esta postura ha sido defendida ardientemente por el activista ateo Dan Baker en su debate contra el filósofo Michael Horner. Pues bien, respecto de la idea de que finales del siglo I es ya suficiente como para hablar de “invención tardía” hay que decir junto con Horner que “los escritos sobre la resurrección son demasiado tempranos para que la leyenda prevalezca sobre la verdad. Los relatos de los Evangelios sobre las apariciones son demasiado tempranos para ser legendarios”.

En efecto, durante el último cuarto del siglo I (época en que ya estaban escritos al menos los tres Evangelios sinópticos) aún debían estar vivos varios de los contemporáneos de Jesús que hubieran desmentido una leyenda evidente tal como una resurrección corporal en caso de que no se hubiese dado. Es más, de acuerdo con el famoso estudio de A. N. Sherwin- White, gran historiador de la Universidad de Oxford, se tiene que en el contexto de la historia antigua ni siquiera bastan dos generaciones para que una leyenda se desarrolle erradicando un sólido centro de verdad histórica. En vista de ello, refiriéndose a los “evangelios apócrifos” (es decir, aquellos escritos no canónicos como el “Evangelio de Tomás” o el “Evangelio de Pedro”), el filósofo William Lane Craig anota: “El período de tiempo necesario para la acumulación significativa de leyendas (…) nos situaría en el siglo II d. C., precisamente el tiempo en que nacen los evangelios apócrifos legendarios. Estos son los relatos legendarios que buscan los críticos”. Los Evangelios canónicos, en cambio, son más tempranos. Además, como ya se ha visto, en términos de los estándares de la historia antigua, registros de menos de un siglo de distancia temporal respecto de los hechos son mucho más tempranos que los de otros hechos históricos bien establecidos. Por tanto, si alguien quiere ignorar esto lo hará ya no tanto por criterios propiamente históricos sino por pre- juicios filosóficos del tipo “Un evento sobrenatural no puede ser histórico”. Pero volvamos a la cuestión central planteada en este punto: ¿es razonable pensar que Pablo creía únicamente en una “resurrección espiritual”? Horner explica claramente que no: “Él (Baker) dice que los cristianos tienden a imponer una ‘resurrección’ en Pablo, y que Pablo no está comprometido con una resurrección en absoluto. Mire, esto es muy importante aquí. Usted debe entender. Pablo es judío.

El concepto judío de la resurrección era físico. Pablo está diciendo que el cuerpo murió. El cuerpo fue enterrado. El cuerpo fue resucitado. Eso implica que la tumba estaba vacía. La idea de que el cuerpo estaba todavía allí y que al mismo tiempo una resurrección había ocurrido tiene tanto sentido en la mentalidad judía como un círculo cuadrado. Así que esta es una teoría que aparece con algunos teólogos existencialistas modernos, pero no se aplicaría al apóstol Pablo, porque él es judío”. El experto bíblico E. Earl Ellis refrenda este juicio aplicándolo no solo a Pablo sino a la comunidad cristiana primitiva: “Es muy improbable que los primeros cristianos palestinos pudieran concebir alguna distinción entre resurrección y resurrección física, resurrección ‘de tumba vacía’. Para ellos una anastasis sin una tumba vacía tendría tanto significado como un círculo cuadrado” .

Y bueno, aunque a los escépticos y naturalistas les cueste aceptarlo, los primeros cristianos no creían en “círculos cuadrados”. Respecto de la cuestión del testimonio de las mujeres hay que decir que la crítica de Lowder es bastante débil.

Y es que el punto no es si las mujeres podían ser usadas o no como testigos sino si es que era más probable que las pongan como testigos en una historia inventada, lo cual no es el caso porque la antigua sociedad judía era claramente patricarcal y en ella la mujer tenía un estatus social inferior. Lowder da el ejemplo de las mujeres que son citadas por Josefo como testigos de los acontecimientos en Masada. Pero eso no prueba nada excepto que hay excepciones en todo convencionalismo social y, de hecho, es bastante probable que las mujeres hayan sido las únicas sobrevivientes en Masada, de modo que no quedaba más opción que valerse de su testimonio. Aun así, Lowder insiste y dice luego que el hecho de que no se halle ninguna polémica entre los cristianos del primer siglo respecto de que la tumba vacía fue primero descubierta por mujeres es muestra de que el testimonio de ellas sí podía ser tomado en cuenta sin mayores problemas, contrariamente a lo que pretende Craig. Pero en realidad ese no es un contra- argumento fuerte sino solo una muestra de cómo Lowder usa su inteligencia para “buscarle tres pies al gato” pues si no hubo mayor polémica ¡eso sería precisamente consistente con el hecho de que la tumba hubiera sido descubierta efectivamente por mujeres y que ello sea algo ampliamente conocido en la comunidad cristiana primitiva! Así que no funciona como objeción seria. Finalmente, en lo que respecta a la historicidad del relato de Mateo de que los judíos hicieron circular la historia de que los discípulos habían robado el cuerpo, lo cual implicaría la aceptación de parte de ellos (opositores) del hecho de la tumba vacía, también hay que señalar que la crítica de Lowder no resulta persuasiva. En primer lugar, porque el relato de Mateo no tiene las características de “agregado teológico” que él pretende. Podría discutirse eso cuando Mateo dice que en torno a la muerte de Jesús se rasgó el velo del templo, hubo un terremoto y se abrieron los sepulcros (cfr. Mateo 27: 51- 52), pero no en este caso a menos que se tenga un claro pre- juicio sobre la historicidad de la tumba vacía (como sucede evidentemente con Lowder por ser naturalista). El relato que hace Mateo sobre los líderes judíos haciendo circular la historia del robo es bastante sobrio, lo cual es una buena señal en términos de evidencia interna, y se escribió en un contexto en que, de ser falso, habría sido fácilmente desmentido por los judíos, lo cual es una buena señal en términos de evidencia externa.

No obstante, se replicará, como hace la objeción, que el Cristianismo solo era una “pequeña secta” y no es razonable pensar que los líderes judíos le hubieren prestado tanta atención desde el principio. Sin embargo, hay que considerar que esa “pequeña secta” no era de poca importancia, como se pretende, ya que exhibía un gran crecimiento en la misma Jerusalén, ciudad sagrada de los judíos. Por ello el estudioso crítico E. P. Sanders ha afirmado que “al menos algunos judíos persiguieron a al menos una parte del nuevo movimiento (Gálatas 1: 13, 22; Filipenses 3: 6), y parece que esta persecución se hizo más fuerte al menos en torno a la carrera de Pablo (2 Corintios 11.24, Gálatas 5: 11, 6: 12; cfr. Mateo 10: 17, 23: 34)” siendo esto “casi un hecho indisputable”

Jeffery Jay Lowder, «Historical evidence and the empty tomb story: A reply to William Lane Craig», Journal of Higher Criticism, vol. 8 n? 2, 2001, pp. 251-293

Alejandro Wiese, «Jesús: Historia o mito?» debate contra Ricardo Zavala realizado en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima), 13 de noviembre del 2015, discurso
inicial.

Michael Horner, Resucitó realmente Jesús de entre los muertos?», debate contra Dan Barker, Universidad de Iowa del Norte, 2 de abril de 1996, discurso de apertura.

A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, Clarendon Press, Oxford, 1963, pp: 188-191

William Lane Craig, The Son Rises: Historical Evidence for the Resurrection of Jesus, Moody Press, Chicago, 1981,p. 102

E. Earl Ellis, The Gospel of Luke, Ed. Eerdmans, Michigan, 1966, p. 273.La palabra anastasis es un vocablo griego con que se hace alusión a la resurrección de Cristo

E. P. Sanders, Jesus and Judaism, Ed. Fortress, London, 1985,p.11

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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