es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús y concedido por el Espíritu Santo.
San Agustín afirma que “la justificación del impío es una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra” porque “el cielo y la tierra pasarán, mientras la salvación y la justificación de los elegidos permanecerán” (San Agustín, In Iohannis evangelium tractatus, 72, 3).
Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los ángeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.
