Por eso hay que pedir consejo a personas prudentes y de buena conciencia. Vale mas preferir consejos de personas que son mejores que tu, que amarrarse tercamente a tus propios pareceres. Triunfa quién pide consejos a los sabios. Fracasa quien no acepta consejos de los que saben (Proverbios 1,5) La santidad de vida hace que la persona llegue a ser sabía a lo divino, y experta en muchas cosas.
Cuanto más humilde sea uno para sí mismo y más obediente a Dios, tanta más prudente y tranquilo será en todos sus actos. Lo que Dios te pide no es que le sacrifiques mil víctimas. Lo que el Señor desea de ti es que respetes el derecho de los demás, que practiques la misericordia y que andes humilde con tu Dios (Miqueas 6)
El Ángelus de Millet (1857-9)
