«El hombre no es intrínseca y primariamente religioso como aquí se pretende. Más bien la religión surge tardíamente, con la necesidad que tienen las clases dominantes de legitimar su dominio sobre el resto de la sociedad para así apropiarse del excedente productivo. Por tanto, el hecho espiritual (religión) no es más que consecuencia del devenir material (economía)»
Esta es la objeción que plantean los materialistas. De acuerdo con ellos el hombre, al constituirse como un mero producto de la materia, no es un ser intrínsecamente religioso. Inicia como un ser arreligioso y luego, por causa del devenir histórico y material, surge en él la religión. En la versión marxista este “devenir histórico” se corresponde con las condiciones materiales propias del proceso de explotación. Así, se postula que la religión nace con la explotación del hombre por el hombre, como legitimación ideológica de dicho orden. Si unos dominan y otros son dominados es porque los dioses así lo quieren. Pues bien, el presupuesto antropológico de dicha objeción (a saber, que el hombre no es más que un producto de la materia) ya fue refutado en el capítulo anterior. Por tanto, nos queda examinar la otra parte del argumento.
Comencemos por la tesis del periodo irreligioso original. Sostenida en antaño por Lubbock, esta teoría ha sido unánimemente rechazada por la crítica contemporánea. Uno a uno sus ejemplos han sido demostrados como falsos. Pueblos que eran considerados ateos han revelado a observadores más pacientes creencias que no se sospechaban en ellos. Así, por solo citar un ejemplo, aquellos yaganes de la Tierra de Fuego calificados como “ateos” por Darwin y Frazer, son ahora considerados, sin lugar a dudas, como pueblos religiosos. De este modo, antes que la postulación materialista pareciera ser cierta la sentencia de que “el hombre es un animal religioso”.
Luego, con respecto a la idea de que la religión surge meramente como consecuencia del “devenir histórico y material” del hombre, también existe importante evidencia en su contra. Paradigmático es, en ese contexto, el caso de la antigua sociedad india que, a pesar de ser económicamente primitiva y políticamente amorfa, daba muestras de un profundo desarrollo en sistemas de filosofía religiosa y ritos de adoración divina. Finalmente, en lo que se refiere a la versión marxista del origen de la religión hay que hacer notar que comete una falacia del accidente ya que si bien la religión puede ser utilizada (y, de hecho, ha sido utilizada) para legitimar órdenes sociales injustos ello de ningún implica que esa sea su esencia, ni siquiera en cuanto a fenómeno histórico. Existe abundante evidencia histórica del carácter religioso del hombre incluso antes del surgimiento de la “explotación del hombre por el hombre” tal como la conceptúan los marxistas. Por tanto, resulta altamente implausible postular que la religión se inicia con el fenómeno histórico de la explotación.
John Lubbock, The Origin of Civilization and the Primitive Condition of Man Ed Longmans, London, 1882
Wilhem Koppers, Tercera Semana de Etnologia Religiosa, Tilburgo, 1922, pp. 316-328
