«Es cierto que debemos utilizar razonablemente los métodos modernos para hacernos escuchar o –mejor dicho- hacer accesible y comprensible la voz del Señor… No es que busquemos ser escuchados nosotros.
No queremos aumentar el poder y la extensión de nuestras instituciones, sino que queremos servir al bien de las personas y de la humanidad dando espacio a Aquél que es la Vida. Esta expropiación del propio yo, el cual se ofrece a Ctisto para la salvación de los hombres, es la condición fundamental de un verdadero compromiso con el Evangelio.
<Porque he venido en nombre de mi Padre, y vosotros no me recibís. Si algún otro viniera en su propio nombre, a éste si lo acogeríais>, dice el Señor (Jn 5, 43). El distintivo del Anticristo es su hablar en nombre propio. El signo del Hijo es su comunión con el Padre
«Convertirse significa -continúa Ratzinger-bno vivir como viven todos, no hacer como hacen todos, no sentirse justificados en acciones dudosas, ambiguas, malvadas por el hecho que otros hacen lo mismo; comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios, buscar, por lo tanto, el bien, aún cuando es incómodo, no hacerlo pensando en el juicio de la mayoría, de los hombres, sino en el juicio de Dios. Con otras palabras: buscar un nuevo estilo de vida, una vida nueva que forzosamente repercutirá en las estructuras temporales
Alabado sea Jesucristo
Juan Claudio Sanahuja. El desarrollo sustentable. La nueva ética internacional
