Unidad de la iglesia

3 Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. 4 Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. 5 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. 6 HaySigue leyendo «Unidad de la iglesia»

Jesucristo

Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se revelaSigue leyendo «Jesucristo»

Imagen de Dios

Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, muy especialmente el hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Las múltiples perfecciones de las criaturas (su verdad, su bondad, su belleza) reflejan, por tanto, la perfección infinita de Dios. Por ello, podemos nombrar a Dios a partir de las perfecciones de sus criaturas, «puesSigue leyendo «Imagen de Dios»

Presencia de Dios

San Pablo afirma refiriéndose a los paganos: «Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad» (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,1517; 17,27-28;Sigue leyendo «Presencia de Dios»

Hasta descansar en ti

«Tú eres grande, Señor, y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a losSigue leyendo «Hasta descansar en ti»

La Gracia de Dios

Me doy cuenta que la lucha no está afuera, sino dentro de mí. Cada caída y deseo de contravenir la Voluntad de Dios es un obstáculo que me enemistad con Él. También descubro que mis fuerzas fallan, que presiento desfallecer y que me sobrecoge un deseo de abandonar la lucha y entregarme a la corrienteSigue leyendo «La Gracia de Dios»