Con dos alas se eleva uno sobre las cosas de la tierra: rectitud de intención y pureza. Es necesario tener rectitud en el entendimiento para obrar por fines elevados, y pureza en los afectos. Con la rectitud de intención dirigimos hacia Dios todo lo que hacemos. Con la pureza en los afectos nos independizamos de lo terrenal para dedicarnos totalmente a amar a Dios.
Nada de lo que es bueno te podrá estorbar para elevarte si te independizas de todo afecto desordenado.
Gozarás de gran libertad del alma si no buscas más que hacer la voluntad de Dios y ser útil al prójimo haciéndole el mayor bien.
Gozarás de gran libertad del alma si no buscas más que hacer la voluntad de Dios y ser útil al prójimo haciéndole el mayor bien.
Si tienes corazón puro e intención recta todos los seres terrenales serán espejos de lo que debes hacer y libros para obtener santas enseñanzas. Porque no hay criatura tan insignificante que no refleje la bondad de Dios.
Salmo 8
8:4 Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste,
8:5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides?
8:10 ¡Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Imitación de Cristo (Tomás de Kempis) 1418
