El hombre de Neanderthal , ¿haber que decía tu libro de ciencias naturales?



El primero de los fósiles “humanos” descubierto fue el famoso Hombre de Neanderthal el cual, si bien ha perdido hoy en día bastante de su antiguo interés, sigue siendo el característico “hombre de las cavernas” Pero… ¿cómo fue su historia? Aun cuando el primero de los “neanderthales” se descubrió en Gibraltar en el año 1848, el hallazgo que lo bautizó fue el realizado en el fondo de una cueva en el valle del río Neander, cerca de Düseldorf, Alemania, en el año 1856. Los restos encontrados, que incluían una bóveda craneal, huesos de los miembros y partes de las cinturas torácica y abdominal, debido a ciertas deformidades y tosquedades del esqueleto, fueron interpretados por muchos autores como los de un bruto presapiens, de andar semi- encorvado (parecido a los simios) e incapaz de cualquier actividad cultural o religiosa.

No obstante su capacidad craneal, incuestionablemente humana hizo que muchos antropólogos le atribuyeran instantáneamente las características arriba mencionadas. Loren Eiseley, antropólogo de la Universidad de Pennsylvania decía: “Su espaciosa cavidad craneal, no fue obstáculo para que lo rotulara como un bruto y sus características fueron de tal manera alteradas, que sin el más mínimo fundamento, fue descrito como poseyendo enormes y salientes caninos y una apariencia horrible y feroz en el más alto grado”

Pasado el tiempo, este descubrimiento hizo que hasta se introdujese su nombre en nuestro leguaje corriente, empleándose la palabra “neanderthal” como sinónimo de bruto, bárbaro o salvaje. Los posteriores hallazgos de La Chapelle- aux- Saints, en 1908, no hicieron sino confirmar la impresión de muchos antropólogos respecto de este ser “sin el más mínimo rastro de preocupaciones estéticas o morales…; de aspecto brutal…; que acusa el predominio de las funciones puramente vegetativas o bestiales sobre las cerebrales”, como decía el antropólogo francés Marcelline Boule, en su clásica descripción de los fósiles.

Aun en la actualidad es posible observar en museos, series televisivas y publicaciones de distinto tipo (y especialmente en manuales escolares), modelos de “Hombres de Neanderthal”. Se los representa a la entrada de su caverna, en actitud semi- encorvada, con los cabellos desgreñados, una expresión feroz y estúpida en la mirada, el torso peludo y–cuando tuvo suerte– a una mona- hembra tirándola por los pelos e introduciéndola en su amorosa caverna nupcial.

Los sesudos estudios de algunos curiosos dieron resultados distintos a los del “establishment” antropológico: David Pilbeam, por ejemplo, antropólogo de la Universidad de Yale, dijo en relación a este tema: “Durante algún tiempo se creyó que estos neanderthales eran criaturas brutales y sub-humanas, apenas capaces de caminar en posición erecta. De hecho, nada pudiera estar más alejado de la verdad. Fabricaban utensilios de piedra muy complejos, cazaban grandes mamíferos, enterraban a sus muertos con ceremonial y colonizaron Europa Occidental en el agudo frío de la última glaciación”.

Aun más categórico en su juicio es el conocido antropólogo Ashley Montagu, quien expresa: “Debidoa la falta de los más elementales conocimientos de anatomía, algunas de estas «autoridades» ocupadas en la «construcción» del Hombre de Neanderthal, lo han representado con rasgos grotescos y caminando encorvado. También se ha aseverado a menudo que el Hombre de Neanderthal debía haber sido de poca inteligencia… Todas estas difamaciones son insostenibles (…): caminaba tan erecto como cualquier hombre moderno y a decir verdad tenemos muy buenas razones para pensar que era absolutamente tan inteligente como nosotros”.

Pero… ¿qué sucede? ¿De dónde viene tanta contradicción entre los antropólogos? Los estudios posteriores al hallazgo y realizados con menos apasionamiento determinaron que la columna vertebral semi- encorvada del pobre hombre llamado “de Neanderthal” eran solo el producto de una enfermedad osteoarticular8 (artritis y raquitismo). Dicha enfermedad no escapó, en su momento, al análisis del ilustre patólogo y antropólogo alemán Rudolf Virchow, quien ya en esa época había cuestionado el atribuir la postura semi- encorvada del H. de N. a una supuesta proximidad genealógica con los simios, señalando precisamente que esta postura era debida al hecho de haber padecido el organismo en cuestión, raquitismo en su niñez, seguido por artritis en la vejez.

Uno de los principales responsables de esta “monización” en vistas de hacer del pobre raquítico al “eslabón perdido”, fue el famoso antropólogo francés Marcelline Boule quien “guiado por sus ideas preconcebidas (…) se dedicó a destacar todo lo que era primitivo, bruto y simiesco del esqueleto. Incluso ni siquiera se dio cuenta de que en este caso concreto, el viejo (H. de N.) había padecido sin duda alguna artritis severa”, como observaba agudamente su colega, Richard Leakey

Además, podríamos preguntarnos también por qué otros “hombres neanderthales” cuya datación es anterior al primero que se halló de los dos, tenían rasgos aun más “humanos” que aquel, como los encontrados en Ehringsdorf, Saccopastores, Monte Carmelo, por citar solo algunos; estos son cronológicamente más antiguos que los neanderthales clásicos y más “humanizados” que aquel. Pero siguiendo con el fósil que nos ocupa, el doctor Arthur Custance señaló respecto de la mandíbula hallada, que habría tenido un esfuerzo masticatorio excesivo, lo que le habría ocasionado el agrandamiento de la mandíbula y el aplanamiento de la frente. Además, la adaptación al clima frío, en ausencia de vestimenta o vivienda adecuadas, podría también explicar los cuerpos bajos pero fuertes y las piernas relativamente cortas del Hombre de Neanderthal (con solo dar un ejemplo podríamos observar a los esquimales y compararlos con los africanos para pensar que estamos frente a seres de diversas especies…)
Como vemos, un caso que se tomó a la ligera (¿ intencionalmente?) pero que ha quedado en el “inconsciente colectivo” como una “verdad científica”.

DAVID PILBEAM, El ascenso del hombre, Ed Diana, México, 1981,p. 210.

WILLIAM SRAUS yJ CAVE, «Paleontology and the Posture of neanderthal Man» The Quarterly Review of Biology, Vol 32, No 4 (diciembre 1957)p. 359

ARTHUR CUSTANCE, The Influence of Environmental Pressures on the Human Skull» Doorway Papers Ne 9 Otawa, 1957, pp .11y 14

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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