Al desarrollarse la conquista el trasplante cultural realizado fue obra de una nación grande; como señala el gran hispanista José María Pemán,
«Fue maravillosa la rapidez con que aquellas tierras de América variaron de aspecto y entraron en la civilización. Al fin del reinado de Carlos V, a los sesenta años del descubrimiento, ya tenían Universidades, Escuelas y Colegios. Había
indios que habían llegado a aprender hasta latín.
Se habían construido canales, puertos y caminos: y se habían establecido muchas industrias. En 1582, había imprenta en Lima, en Guatemala en 1660. Además, todo se había hecho con lujo, con derroche, tratando a aquellas tierras como iguales a las de España. Todas las demás naciones, en las tierras que dominaban, construían las casas y ciudades de un modo pobre y económico, sin atender más que a lo preciso. Todas crearon un estilo llamado ‘colonial, frío, sin arte, de pura utilidad. Solo España trasladó a las tierras americanas, sin regateo, todo su arte y estilo de construcción: y las llenó de palacios y catedrales iguales en un todo a las que en España se hacían. Solo en España, estilo colonial es sinónimo
de un barroco lleno de lujo y exuberancia. Y es que España se sentía, no ‘dueña’ de aquellas tierras, sino ‘madre’. Quería desdoblarse en ella y hacerlas iguales a sí misma. Hasta los nombres que daba a las nuevas ciudades y tierras, lo demuestran. Las llamaba Nueva España, Nueva Granada, Cartagena, Toledo… Las ponía sus mismos nombres, como se les pone a los hijos que más se quieren».
Solo ella quiso realizar su empresa con una verdadera visión sobrenatural. Pero no solo Colón fue grande en sus motivos, sino también los gobernantes que llevaron a cabo la gran maravilla
JOSÉ MARÍA PEMÁN, Breve historia de España, Cultura Hispánica, Cádiz 1950, 233-234
