El hombre y la naturaleza



«(El hombre), es colocado en el jardín para cultivarlo y custodiarlo, por encima de todos los demás seres puestos por Dios bajo su dominio (Génesis, 1, 15 y ss). Pero al mismo tiempo el hombre debe someterse a la voluntad de Dios, que pone limites en el uso y dominio de las cosas (Génesis, 2, 16 y ss)». «Es evidente que el desarrollo, así como la voluntad de planificación que lo dirige, el uso de los recursos y el modo de utilizarlos no están exentos de respetar las exigencias morales.

Una de éstas impone sin duda limites al uso de la naturaleza visible. El dominio confiado al hombre por el Creador no es un poder absoluto, ni se puede hablar de libertad de <usar y abusar, o de disponer de las cosas como mejor parezca. La limitación impuesta por el mismo Creador desde el principio, y expresada simbólicamente con la prohibición de
comer del fruto del árbol> (cfr. Génesis 2, 16 y ss), muestra claramente que, ante la naturaleza visible, estamos sometidos a leyes no sólo biológicas sino también morales, cuya transgresión no queda impune. Una justa concepción del desarrollo no puede prescindir de estas consideraciones -relativas al uso de los elementos de la naturaleza, a la renovabilidad de los recursos y a las consecuencias de una industrialización desordenada-, las cuales ponen ante nuestra conciencia la dimensión moral que debe distinguir el desarrollo»

Juan Pablo IL, Sollicitudo rei socialis, 30-12-87, n. 29.

Juan Pablo Il, Ibid. n. 34, Catecismo de la Iglesia Carblica, n. 2415

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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