Hasta los santos en las Cruzadas!



La entera Cristiandad se sintió galvanizada por el ideal de las Cruzadas. Hasta un espíritu tan apacible y sereno como el de san Francisco, no ocultó su entusiasmo por la empresa. Ya desde su juventud, se había sentido deslumbrado por el estilo de vida caballeresco, que llegaba entonces a la península italiana a través de los Alpes.

Ahora bien, su conversión, lejos de hacerle abandonar aquellos ideales en aras del ascetismo monástico tradicional, le confrió una nueva significación que inspiró toda
su misión religiosa. Los ideales de su fraternidad se basaron más en los de la caballería romántica que en los del monaquismo benedictino. No puede resultar insólita la atracción que ejerció la tierra donde nació y murió Nuestro Señor sobre aquél que quiso tomar el Evangelio al pie de la letra.

Sus «Hermanos Menores» constituirían una suerte de Caballería espiritual, dedicados al servicio de la Cruz y al amor de la Dama Pobreza, que llevarían a cabo hazañas espirituales
sin temor a los riesgos y peligros que pudiesen encontrar en su senda. San Francisco encarnaba al mismo tiempo al pobre y al caballero, es decir, las dos fuerzas que reconquistaron Jerusalén, Para poner un ejemplo de su vida, en 1219,los cruzados que sitiaban Damieta, ciudad cercana al Nilo, vieron llegar un día, según cuenta Jacques de Vitry 1 5, a «un hombre sencillo y no muy culto, pero muy amable y tan querido de
Dios como de los hombres, el Padre Francisco, fundador de la Orden de los Menores». Tras convivir por algún tiempo con los caballeros cruzados se propuso nada menos que pasar al
campamento de los infieles. Cuando los caballeros se enteraron de semejante decisión, al parecer, completamente temeraria, no podían contener la risa. Pero Francisco persistió en su idea, y en compañía de Fray Iluminado, se dirigió hacia las Líneas enemigas

Al verlos, los centinelas musulmanes se abalanzaron sobre ellos, dispuestos a apalearlos, Entonces Francisco comenzó a gritar: <j Sultán! iSultán!», Creyendo los guardias que se trataba de parlamentarios, luego de encadenarlos, los condujeron hasta donde estaba el Sultán. Los frailes, sin más trámite, lo invitaron a convertirse al cristianismo, causando la risa de todos los presentes, Sin embargo, dicha osadía le cayó en gracia al Sultán que, perdonándoles la vida, les hizo acompañar de nuevo al campamento cristiano.

Jacques de Vitry, autor del siglo X1lI, era cardenal e historiador, famoso por haber predicado la cruzada contra los albigenses. Escribió una obra bajo el titulo de «Historia occidental».


Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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