es la correspondiente al «ángel del Señor», al cual puede conceptuarse como una manifestación pre- encarnada de Jesús, una «Cristofanía». Un buen ejemplo de esto lo encontramos en el libro de Éxodo donde . . Señor se le apareció se nos dice directamente que «el ángel del Señor se le apareció (a en una llama de fuego a Moisés) en una Ilama de fuego, en medio de una zarza» (Éxodo 3: 2) y le dijo «Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob» siendo que «Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios» (Éxodo 3: 6).
A su vez, en el libro de Jueces, el ángel del Señor se aparece a Manoa y a su mujer, y este al final de cuentas llega a identificarlo con el Señor mismo: «»Manoa se dio cuenta de que aquel hombre era el ángel del Señor, pues no se les volvió a aparecer ni a él ni a su mujer, y le dijo a su mujer: ‘ Con toda seguridad vamos a morir, porque hemos visto a Dios ‘» (Jueces 13: 21-22).
Si un judío como Manoa puede estar abierto a ello, por qué no podría estarlo un judío de hoy en día? Pero tal vez alguno objete que «el ángel del Señor» simplemente puede ser una representación metafórica de Dios mismo en el Antiguo Testamento. No obstante, en Zacarías 1: 12- 13 nos encontramos claramente al ángel del Señor hablando directamente con el Señor, lo cual sería incoherente si solo fuera una representación metafórica.
Por tanto, la interpretación más razonable a la luz de estos pasajes es que se trata, efectivamente, de «Cristofanías», siendo que el Padre elige manifestarse de estas formas misteriosas por medio de su Hijo (persona distinta -de modo que el Padre puede hablar con Él- pero en la misma esencia divina-de modo que no es «otro Dios») desde antes de la Encarnación y tal vez ese sea el sentido de la respuesta que da el ángel del Señor cuando Manoa le pregunta su nombre: » Para qué quieres saber mi nombre? Es un secreto maravilloso» (Jueces 1 3: 18).
Y es que bien podría suceder que ese secreto maravilloso sea la Encarnación de la Palabra
(cfr. Juan 1: 14) y, de hecho, luego de la aparición de Cristo no se menciona ni una sola vez al «ángel del Señor» pese a que se habla de varios ángeles en el Nuevo Testamento. No pareciera, entonces, un ángel en sentido ontológico sino en el sentido de mensajero o enviado especial de Dios Padre, un enviado engendrado, no creado, que es superior a todos los ángeles y al cual todos deben adoración (cfr. Hebreos 1: 4- 6). Ahora bien, es claro que estas interpretaciones sobre la naturaleza e identidad del «el ángel del Señor» son especulativas y, de hecho, en el mismo Judaísmo no hay una visión conclusiva al respecto.
Pero lo que sí queda claramente establecido es que, sumado a lo anterior, hay suficientes elementos en las mismas Escrituras Sagradas de los judíos como para estar bastante abiertos a la posibilidad de una visión pluripersonal de Dios y un carácter divino del Mesías
Dante A. Urbina ¿CUÁL ES LA RELIGIÓN VERDADERA?: Demostración racional de en cuál Dios se ha revelado
