Para la Gloria de Dios

Mi abuelita también vivía diciendo esto, Para la Gloria de Dios… ( No creo que en su tiempo tuviera acceso a estos documentos) Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y de celebrar : «El mundo ha sido creado para la gloria de Dios» (Concilio Vaticano I: DSSigue leyendo «Para la Gloria de Dios»

Mis testigos

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición: Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juróSigue leyendo «Mis testigos»

Nuestro fin

«¿De dónde venimos?» «¿A dónde vamos?» «¿Cuál es nuestro origen?» «¿Cuál es nuestro fin?» «¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?» Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar

Cristo

La creación es el fundamento de «todos los designios salvíficos de Dios», «el comienzo de la historia de la salvación», que culmina en Cristo. Inversamente, el Misterio de Cristo es la luz decisiva sobre el Misterio de la creación; revela el fin en vista del cual, «al principio, Dios creó el cielo y la tierra»Sigue leyendo «Cristo»

Virgen María

Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se gloría de sus debilidades con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo (cf 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que «nada es imposible paraSigue leyendo «Virgen María»

Amor de Dios

Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopción filial que nos da («Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso»: 2Sigue leyendo «Amor de Dios»

Trinitaria

Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio.Sigue leyendo «Trinitaria»