Evangelio según san Mateo, 3: 5- 6 Entonces salía hacia él Jerusalén y toda la Judea, y toda la región cercana a las márgenes del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. (vv. 5- 6)
Comparándose con la santidad del Bautista, ¿quién puede considerarse justo? Así como un vestido blanco, si se coloca junto a la nieve, aparece sucio y oscuro, así todo hombre comparado con San Juan parece inmundo, y por ello confesaba sus pecados. La confesión de los pecados es el testimonio de la conciencia que teme a Dios. El temor perfecto hace desaparecer toda vergüenza. Se encuentra la deformidad de la confesión allí donde no se da crédito a los rigores del juicio. Y por lo mismo que es una pena grande avergonzarse a sí mismo, nos manda Dios confesar nuestros pecados para quese sufra la vergüenza en vez de la pena, y esto ya se considera como parte del juicio
Pseudo- Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
