La misma santa madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas» (Const. Dei Filius, cap. 2: Dz 1785 = DS 3004; cf. càn. 1: Dz 1806 = DS 3026
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La Nube y la Luz
Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf. Ex 24, 15-18), en la Tienda deSigue leyendo «La Nube y la Luz»
Honestidad
Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. 1 Juan 3,18
El fuego
Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que «surgió [] como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha» (Si 48, 1), con su oración, atrajo el fuego delSigue leyendo «El fuego»
Nadie ni nadie me detiene
Yo lo puedo todo en aquel que me conforta Filipenses 4, 13
Unción
El simbolismo de la unción con el óleo es también significativo del Espíritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sinónimo suyo (cf 1 Jn 2, 20 27; 2 Co 1, 21). En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la Confirmación, llamada justamente en las Iglesias de Oriente «Crismación». PeroSigue leyendo «Unción»
El agua
El agua. El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el aguaSigue leyendo «El agua»
Amor del Padre
¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. 1 Juan 3,1
La Gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios
La claridad de Dios vivifica y, por tanto, los que ven a Dios reciben la vida. Por esto, aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible, invisible, se hace visible y comprensible para los hombres, se adapta a su capacidad, para dar vida a los que lo perciben y lo ven. Vivir sin vida esSigue leyendo «La Gloria de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios»
Jesucristo
Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. El está «por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación» porque el Padre «bajo sus pies sometió todas las cosas»(Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24 27-28) y de la historia. EnSigue leyendo «Jesucristo»