Al estar María en el elenco de los santos, podemos aplicarle todos los versículos que se aplican a los santos en general. Nos dirigimos a ella como intercesora. El Evangelio de San Juan recalca, incluso, el papel de María como intercesora, porque ella adelantó el ministerio público de Jesús. Le hizo notar una necesidad: en aquellas bodas de Caná, los recién casados se habían quedado sin vino. Aunque Jesús no hizo señal alguna de que accedería a la petición de la Virgen, ella se mostró confiada en que haría el milagro. María dijo a los sirvientes «Haced lo que os diga» (Juan 2, 5). Y Jesús convirtió las metretas repletas de agua en vino de la mejor calidad.
En este relato, más que en ningún otro referido a los santos, vemos que la oración de intercesión no nos distrae de Cristo, ni resta valor a sus obras. Y la actitud de María, como la de todos los santos, es esta: «Haced lo que Él os diga», Ese es el modo en el que los santos entienden sus vidas, y por eso acudimos a ellos.
