Enamorados

En su misericordia, Dios no abandonó al hombre pecador. Las penas que son consecuencia del pecado, «los dolores del parto» (Gn 3,16), el trabajo «con el sudor de tu frente» (Gn 3,19), constituyen también remedios que limitan los daños del pecado. Tras la caída, el matrimonio ayuda a vencer el repliegue sobre sí mismo, el egoísmo, la búsqueda del propio placer, y a abrirse al otro, a la ayuda mutua, al don de sí

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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