Deber de la colectividad
Este es un deber que obliga ante todo a cada uno en particular; pero es también un deber colectivo de toda la comunidad humana, ordenada con recíprocos vínculos sociales, ya que también ella depende de la suprema autoridad de Dios.
Nótese, además, que éste es un deber particular de los hombres en cuanto elevados por Dios al orden sobrenatural.
Así, si consideramos a Dios como autor de la antigua Ley, vemos que también proclama preceptos rituales y determina cuidadosamente las normas que el pueblo puede observar al tributarle el legítimo culto. Por eso estableció diversos sacrificios y designó las ceremonias con que se debían ejecutar; determinó claramente lo que se refería al arca de la Alianza, al templo y a los días festivos; señaló la tribu sacerdotal y el sumo sacerdote; indicó y describió las vestiduras que habían de usar los ministros sagrados y todo lo demás relacionado con el culto divino
Este culto, por lo demás, no era otra cosa sino la sombra del que el sumo sacerdote del Nuevo Testamento había de tributar al Padre celestial
CARTA ENCÍCLICA MEDIATOR DEI DEL SUMO PONTÍFICE PÍO XII SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
